Category Archives: Inmigrantes

Habitantes de Babel – Capítulo 1

Mientras respondía a mis preguntas Giselle miraba de vez en cuando el reloj, no estaba desesperada, imposible en un personaje tan calmado como ella, pero sabía que el tiempo corría y que aun le faltaban muchas cosas por hacer en las 14 horas que le quedaban en Barcelona.Sus respuestas eran claras, concisas, marcadas por la nostalgia y el recuerdo. No es fácil decir adiós al lugar donde viviste 11 años.

No fue posible en un par de horas de rápida entrevista captar todas sus experiencias pero si que fue posible captar toda la fuerza de una larga estancia fuera de su tierra, una larga estancia siendo inmigrante.

Con este capítulo doy inicio a la serie documental Habitantes de Babel, (micro)relatos de inmigración. La idea es mostrar las mil y una historias que vivimos los inmigrantes, las vivencias, los problemas y las alegrías.

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Con habitantes de Babel, no se pretende contar ni triunfos magnificados ni perdidas exageradas sino simples historias de vida, fragmentos de existencia que nos permitan descubrir y describir procesos y conocer el qué, cómo, cuando y donde de toda esa vivencia.

Aprovecho para dar las gracias a todos aquellos que hicieron posible este inicio: Freddy Vargas en el diseño gráfico y Ana Vallejo y Margarita López en la traducción.

De igual forma quiero agradecer el valioso aporte de Joan Planas, Gonzalo Martín, Xavier Muñoz, Roger Casas, Juan David Escobar, Paola Vargas y Julián Ortega quienes con el feedback ofrecido a la muestra previa del primer episodio me permitieron mejorar muchos aspectos que desde adentro a veces se nos pasan.

Así funciona, La historia de los inmigrantes la tenemos que contar los mismo inmigrantes…

Visita http://habitantesdebabel.com

Y salta…

A veces es el otoño, a veces es el verano, a veces las dudas, a veces las certezas, el poco tiempo y las múltiples ocupaciones siempre se asoman; pero para todo hay tiempo hasta para arrancar. Siempre hay una excusa,  una razón o una emoción detrás de la que escudarse.

Pasa que a veces los proyectos que te inventas en aquellas noches de luna llena no los conoce  sino el lobo feroz porque le das vueltas y vueltas y lo que toca es saltar…

Ya tengo todas las fichas del dominó en la mano, ahora revuelvo, le hago una seña a mi compañero, me mientan la madre y pongo el doble seis sobre la mesa.

¿Si o no habitantes de la tierra?

¿Volver? (3/3)

Birsk Dicen que no hay dos sin tres, así que para cerrar este ciclo de post sobre el volver a la tierra después de probar la vida del otro lado del charco escucho lo que me cuentan Clarisse desde Brasil y David desde Barranquilla, Col.

http://philldiscgolf.com/xe.php Clarisse Coradini, periodista, Brasil

La fecha registrada en mi pasaporte me dice que he regresado de España hace ya casi tres años… pues yo no me fío. De verdad lo que siento es que aún no acabé de hacer esa mudanza, una parte muy importante de mi corazón se quedó allá y como que se recusa a volver. Voy forzando, y recién ahora me siento viviendo más en Florianópolis que en Madrid.

Cuando estaba en Madrid, sentía que la imágen que se hacía de Europa en Sudamérica no correspondía a la realidad, que lo cotidiano era mucho más duro que el sueño dorado que se relaciona al viejo mundo. Ahora, por el contrário, nustra violenta realidad sudamericana me hace creer cada vez más que la calidad de vida corresponde al otro lado del charco…

Y vamos, yo aquí tengo una vida buenísima. No me puedo quejar. De hecho, no me quejo, pero paso los días echando de menos las cosas de España, las noches de marcha, los viajecitos de fin de semana, las amistades de todo el mundo…

Volver es como reconstruir la vida sin tener un objetivo tan claro como era el hacer el master y sin una fecha de final que dejaba los malos ratos mucho más fácil de aguantar – por lo temporal que era todo- Nunca he hecho nada tan maravilloso cuanto lanzarme a vivir en España, tampoco he enfrentado una tarea tan difícil como regresar y rehacer mi vida en Brasil. De todo eso, claro, salgo con más madurez y la idea de que mis proximas vacaciones deben incluir Madrid o sí, o sí.

David Pino, Ingeniero, Barranquilla, Col.

Una de las primeras experiencias que me ubico en la realidad de lo que significaba volver a mi país, después de haber estado dos años por fuera, fue al hacer la escala en el Aeropuerto El Dorado de Bogotá, yo estaba en la puerta de un estrecho pasillo esperando una busetica que según el vigilante pasaba cada cinco minutos, cuando yo llevaba casi veinte esperando (una impuntualidad que absolutamente nada tenía que ver con Suecia o incluso con España, los dos lugares donde viví en Europa); hace unas horas yo había tomado un puntual y moderno tren en el Aeropuerto de Madrid Barajas para cambiar de Terminal; las diferencias tecnológicas, de infraestructura y organización eran más que evidentes y era solo el comienzo, un pequeño hecho que desde temprano me decía: “ya estas en Colombia”.

Sin embargo, todo ello, terminaría pasando, al menos provisoriamente, a un segundo plano por la enorme alegría de volver y de algún modo recuperar lo que siempre había sido mío: ver a mi familia y amigos, volver a mi casa, probar la comida de mi mamá, bailar una salsa en Barranquilla, oír una cumbia, comer un caribañola en la calle, etc…cada pequeño detalle se convertía en un evento único e indescriptible; eran todo un momento de celebración y descubrimiento; con tantas emociones y alegrías en ese período  aún sigo convencido que mis primeras semanas en Barranquilla han sido las mejores vacaciones de mi vida.

Después de este  período idílico y habiendo recuperado cada sensación perdida empieza la realidad, la realidad de reconstruir una nueva vida, porque uno de los mayores engaños que se puede sufrir es pensar que el tiempo se ha detenido mientras uno estuvo fuera y que las cosas seguirán siendo tal como uno las dejo. Entonces, desde encontrar un trabajo y reintegrarse a la vida social, empieza el verdadero proceso de adaptación al regreso; un período en el cual pasan por la mente de uno las antes impensables comparaciones entre un mundo y otro, tratando de responder sin poderlo hacer si era mejor estar aquí o allá, y a veces encontrando como única respuesta la frase “no hay nada mejor que casa”.

Escuchando las historias de los que volvieron me di cuenta que aunque no planee volver por ahora hay mucho por hacer, mucho por apropiarse y mucho por recordar. Es una buena etapa de la vida y por eso hay que seguir trabajando para no tener que escribir mi crónica de la vuelta  a casa todavía .

Gracias a Liliane, Paul, Marianne, Cata, Clarisse y David por  escribir esta sencilla serie de experiencias.

¿Volver? (2/3)

Y sigo escuchando lo que me cuentan aquellos amigos que por una u otra razón aparcaron la búsqueda del sueño europeo y volvieron a trabajar en sus países.

Sus escritos me muestran un ambiente y unas sensaciones, sus descripciones me hacen notar que volver no es tan fácil como parece ni tan difícil que no se pueda, para bien y para mal el ser humano es un animal de costumbres.

Cata es de Bogota, Mariam de Caracas, las dos fueron mis compañeras de piso en la época de Madrid, las dos se devolvieron y las dos tienen algo que contar.

Ana Catalina Baldrich, Periodista, Colombia
Cuando el país es un punto

Regrese a mi Colombia hace un par de años, sin querer para ser sincera ya que España y en especial Madrid me llenaron de vida, de ideas, vivencias y de todo lo que se necesita para sentirte en casa. Sin embargo, por razones que no vienen al caso volví a ella y en ella vivo intentando a diario no extrañar el país del otro lado del océano.

El temor primero del regreso se resumía en trabajo ya que todos sabemos que no es fácil vivir de lo que te gusta en un país en donde la mayoría de los medios pertenecen a unos pocos. Pero la suerte me acompaño así como la experiencia de España que a pesar de la distancia me persigue.

Hoy trabajo para una agencia de noticias española y desde acá no pierdo el contacto con la paella y las tapas, disfruto de la bandeja paisa y el arroz con pollo pero con el gusto del sabor castellano a diario.

Soy feliz aunque extraño, y si extraño es porque cuando puedes vivir fuera de tu burbuja te das cuenta de que tu país no es mas que un punto en un inmenso globo, un punto pequeño que te da las bases para ser quien eres pero que te anima a descubrir los demás puntos. Mi gran país inmenso y rico es solo es un punto y por eso ahora fijo la mente en el resto del mundo que falta por descubrir, una parada en mi propio punto para tomar fuerzas y luego continuar en el viaje preparado para los que amamos la patria pero queremos dejar las fronteras para asumir que nuestra nacionalidad son tres colores que se ven mejor cuando se mezclan con el azul y el verde del globo entero.

Yeimi Ramirez Avila, Venezuela, Periodista

Caminar de eso se trata esta historia. Andar por vez primera, paso a paso si se quiere o al ritmo de las ganas mezcladas con el desconcierto, pero andar. Un largo trayecto lleno de esperas, rostros que se dibujan a lo lejos. Entre éstos se reconoce la imagen de la impaciencia. Valijas que parecieran transitar torpemente entre colores y cargas. Movimiento sí mucho movimiento y al final la palabra esperada Bienvenido pero a qué, a dónde y hasta cuándo. Interrogante esta última que aparece justo en el momento en el que los tiempos deberían importar poco o nada.

Cuentas, no las distancias sino las horas que te separan de ese que piensas es tu lugar. El mismo que dejaste atrás y esperas encontrar cuando la idea del retorno apremie.

Volver, regresar, reencontrar serán las inevitables víctimas de la transformación, de las ganas permanentes, de las dudas, e incluso del riesgo que puede llevarte a la convicción.
Un paso adelante y otro más haciendo espacio entre olores de añoranza, entre el sabor de la sorpresa y la sensación de recobrar aquello que sólo la distancia se lleva.

Transitas, sí transitas como un observador permanente ávido de experiencias que compensen esos primeros días en los que crees que no perteneces a nada y que aquello que consideras es tuyo se quedó unas cuantas horas de vuelo atrás, pero transitas.
De pronto y sin ser un proceso conciente comienzas a pertenecer. Tu rostro se vuelve conocido y tus sentidos ya no libran una batalla de fuerza, por el contrario se acomodan y se establecen. Las leyes de la adaptación se apoderan y más que sobrevivir, vives, convives, descubres, experimentas, conoces y reconoces que puedes tener un lugar incluso a más de 9 horas de tus memorias.

Comienzas el día sin costumbres, llega la tarde sin hábitos y la extraña noche se acomoda por aquello de las diferencias horarias que cambian tu biología interna y te diseñan un nuevo esquema. Pronto te haces cómplice del cambio, comienzas a notar que tu experiencia no es única, se multiplica entre muchos que dieron el paso de caminar en una nueva historia.

Te identificas y te agrupas. Los días se te hacen más personales, propios, entre las abundantes diferencias con las que no puedes hacer algo distinto a crecer. Terminas dejándote seducir por esa abrumadora y encantadora avalancha de experiencias. Te vuelves otro, ¿mejor? sólo otro. Uno que aprendió a lidiar con las diferencias y se creció en ellas. Uno que sabe que esta marcha se trata de aprendizaje. Uno decidido absorber hasta el último acento que te enriquezca.

A la par de todo este devenir de historias el tiempo ha seguido su curso aquí cercano y allá de donde a diario recibes cartas, bendiciones, llamadas de larga distancia que te mueven los recuerdos para que no olvides de dónde viniste. Lugar en el que dejaste una puerta abierta y detrás de la que habrá en todo momento la posibilidad de tocar de cerca tus memorias y regodearte entre el tiempo que te hizo crecer.

Vuelves siendo otro ¿mejor? insisto sólo otro.

¿Volver?

 Hace poco cumplí 4 años viviendo en España y como para variar en este tipo de fechas estuve haciendo un análisis de lo que se ha hecho, lo que no, lo que viene, lo que falta, lo que sobra y demás pendejadas que se le da a uno por pensar en este tipo de aniversarios.

Pensé en lo difícil que puede ser volver a mi país en este momento cuando ya no se ni de donde soy, si de la tierra del vallenato, el divino niño y las arepa e`huevo o del de las sevillanas, las sardanas y los toreros o peor de ninguno de los dos.

Pensar sobre un posible retorno a mi país, sobre lo que me podría encontrar o cómo sería volver después de tanto tiempo fuera viviendo otra realidad es en estos momentos una utopía pues por ahora sigo plantado por acá, cada vez con más proyectos, cada vez más integrado pero aun así surgió la necesidad de preguntarme ¿y si regreso qué?

Se me ocurrió entonces darle la palabra a unos cuantos amigos  que han vivido de este lado del charco y ya han vuelto a sus países de origen, ya saben lo que es vivir de nuevo allá y ya saben lo que es aprender o reaprender ciertas actitudes, comportamientos o modos de ver la vida.

La idea es plasmar en un par de post (economía del espacio) sus nuevas experiencias y como cambió su manera de ver la vida estando acá y ahora volviendo a estar allá.

Entonces que hablen los invitados.

Liliane Dutra Brignol, Brasil, periodista.

No es una tarea fácil hablar de la experiencia de ir y venir. Sobretodo porque, como dicen los estudiosos de las diásporas, estamos todos de algún modo lejos de casa. Pienso que, unos más, otros menos, vivimos en transito. Pero quien aventura la experiencia de hacer las maletas y cruzar fronteras (no solo de países, sino también de culturas y modos de vida) es impactado para siempre por un sentido de desplazamiento que, creo, nos acompaña donde quiera que estemos.

Ya se me olvida el castellano que tanto me ha costado aprender. Fue sólo un año en España y ya sabía exactamente cuando tendría de volver. No sabía que me costaría tanto. Siento una “saudade” de Barcelona – y aquí sólo puedo usar la palabra portuguesa para decir cuando algo o alguien nos echa de menos. Es una leve sensación de vacío por lo tanto que he vivido en sus calles, plazas, barrios, por la gente que he conocido.

No tengo una conclusión muy clara sobre que significa volver. En los primeros días, seguramente, es fiesta: comer churrasco, tomar mate, estar con la familia, con los que amo. Luego se empieza a mirar la ciudad, la gente y sus costumbres con cierta extrañeza impensable si no fuera por la distancia. Después viene la nostalgia y un intento ingenuo de comparación entre lo que dejamos afuera y lo que tenemos acá. Pero la experiencia no está hecha solamente de añoranza. Queda la sensación, no muy tranquila, de que pertenecemos a muchos sitios al mismo tiempo. Que volver y partir hacen parte del mismo movimiento.

Paul Brito, Barranquilla, Escritor

El hábito de la desintegración

Acuciados por la nostalgia, muchos emigrantes latinoamericanos terminan volviendo a su tierra. El regreso al lugar donde crecieron, donde se enamoraron por primera vez, donde sus abuelos todavía viven en cuerpo o memoria, es una experiencia emocional. Pero, sobre todo, una experiencia intelectual. ¿Quién podrá abstenerse de sacar diferencias, de sopesar lo que volverá a encontrar frente a todo lo nuevo que ya ha vivido?

Si un día muchos encontraron defectos y carencias en la ciudad o país que los recibió, en sus personas y costumbres; si muchos se quejaron por la ausencia de algún valor que abundaba en su sociedad natal, ahora seguramente vivirán la experiencia contraria: armados de una nueva visión del mundo, de una serie de valores o virtudes recogidos casi inadvertidamente en su nuevo hogar, criticarán y rechazarán los prejuicios locales y las anomalías y tramoyas autóctonas en las que una vez estuvieron sumidos sin darse cuenta.

Esa lucidez, fruto de una eterna condición de desterrados, los lanzará para siempre a desmontar las sociedades a las que lleguen y a desmontar también sus propios referentes y su propia identidad. Se puede decir que, desde el momento en que uno abandona su país, adopta el hábito de la desintegración que para muchos es afortunadamente la mejor forma de deshacerse de nacionalismos peligrosos, defectos históricos y cicatrices colectivas, y alcanzar su propia identidad como seres humanos.

—-

Y tu ¿has vivido fuera y ahora vives de nuevo en Col. ? ¿cómo ha sido el cambio? o ¿vives fuera y te has preguntado como sería volver a vivir allá?

4 años en (casi) 4000 mil imágenes

Cada año cuando llega este día me pongo a pensar en el tiempo que ha pasado, cada vez veo más lejano aquel día en que me monté a un avión en el aeropuerto El Dorado de Bogotá y crucé el charco.

Hoy hace 4 años aterricé en España, 4 años en los que he vivido, trabajado, estudiado, viajado, relacionado y varios “ados” más.

No tengo muchas ganas de repetir en palabras y versos cuan importante y enriquecedora ha sido la experiencia, hoy prefiero dejar que las imágenes hablen por si solas porque si una imágen vale mas que mil palabras ¿cuanto valen 4000 imágenes?

[blip.tv http://blip.tv/play/ga9E08AJAA]Offside
Lo mejor es que de una u otra manera siempre has estado por ahí.

4 años en (casi) 4000 mil imágenes

Cada año cuando llega este día me pongo a pensar en el tiempo que ha pasado, cada vez veo más lejano aquel día en que me monté a un avión en el aeropuerto El Dorado de Bogotá y crucé el charco.

Hoy hace 4 años aterricé en España, 4 años en los que he vivido, trabajado, estudiado, viajado, relacionado y varios “ados” más.

No tengo muchas ganas de repetir en palabras y versos cuan importante y enriquecedora ha sido la experiencia, hoy prefiero dejar que las imágenes hablen por si solas porque si una imágen vale mas que mil palabras ¿cuanto valen 4000 imágenes?

[blip.tv http://blip.tv/play/ga9E08AJAA]Offside
Lo mejor es que de una u otra manera siempre has estado por ahí.

Tierra…

– Tierra capitán, tierra, llegamos a las indias– gritó desesperado el indio de taparrabos.

– No puede ser, esto no es india es el puerto de Barcelona, esos de ahí dicen que pasa, tío, joder, me cago en la ostia y ahí al fondo hay un tipo con la mano estirada que señala hacia el otro lado del charco, bueno eso cree el aunque una vez más se equivoca pues America no está hacia ese lado. Creo que nos hemos equivocado y no hemos llegado a las indias ¿y ahora?– se preguntó el capitán de la gigántesca barca en la que 964 indios-americanos arribaban a costas españolas en el dosmilypico con ganas de devolver atenciones colonizadoras.

Colón señalando a ¿América, ¿Genova? ¿india? / imagen googleada de aquí

Ya van 516 años desde que la honorable panda comandada por el honorable Cristobal Colón, se le ocurrió que del otro lado del mundo había pequeños indios taparrabeados a la última moda a quien cambiarles espejos por oro, latigos por mujeres y castigos por papa.

Ha pasado medio millar de años desde que se les ocurrió probar fortuna y acompañado de ladrones y joyas varias fueron a domesticar a los indiecitos que poco sabían de la vida, hoy 516 años después las cosas siguen igual.

Mañana contaré en los periódicos cuantos desfiles hubo alrededor del mundo por “La Hispanidad”; desfiles varios festejando que nos colonizaron, nos dieron sus costumbres, su idioma y mil cosas más, ninguna de ellas de tanto valor como el sentirnos colonia, el sentirnos parte de algo. En Madrid algunos miles agitarán banderas para festejar esta hispanidad en su propia cara, con bailes y disfraces típicos con monerías y gritos de Viva América y  del otro lado del charco alguno estará feliz porque gracias a esta conquista mañana es día festivo y no trabajará, da igual si para ello hubo que regalar pedazos de tierra, tradiciones, frutos, riquezas y autoestima.

Por eso a veces digo que acá estamos los que queremos cobrar un poco esa deuda que tienen con nosostros, somos los nuevos Colón, aunque yo paso de ser el comandante de una comitiva de impresentables y prefiero decirle a la reina que me devuelva ese oro que yo le doy sus espejos que para mirarnos ya tenemos bastante.

Divagar con la historia es complicado, pretender que esta sea real más.

Offside
Descanso el necesario, peleas las justas, necesidad de otredad toda.

Nada, nada…

Desde que tenía 6 años su padre le enseñó a nadar, en aguas tranquilas, en aguas turbulentas, en aguas turbias y  en aguas claras.

Más adelante te servirá, le decía el padre mientras desde la orilla de aquel lejano río en la más lejana Mauritania perdía la vista hacia el otro lado donde veía su futuro, su prometedor futuro.

El niño nadó, nadó y nadó, su piel oscura y su cabello corto y rizado poco se veían afectados por el sol. Una y otra vez nadó, no entendía bien para que debía saber nadar tan bien, nunca iría a unos juegos olímpico, es más no sabia que eran los juegos olímpicos, ni tenía piscina en casa en donde demostrar sus dotes de delfín, ni siquiera pertenecía a un exclusivo club en donde podría conquistar a una linda niña de la high class con sus elegantes brazadas, pero el nadó.

Tanto se preguntó para que debía saber nadar que al final se le olvidó y un día abrió los ojos y vio que no había servido para nada, la gigantesca barca llegó sin problemas a tierra española, no se hundió como hubiera podido ocurrir dada la gran cantidad de inmigrantes que pretendían alcanzar  su sueño en las costas españolas y no tuvo que nadar.

Entonces entendió, debía saber nadar para no salir en los periódicos como otro de los muchos inmigrantes que cada cierto tiempo mueren intentando comer mierda de este lado del charco porque la mierda en España sabe mejor que la mierda en Mauritania, o eso deben pensar ellos.

Lastima, al final si salió en los periódicos porque su cayuco fue el más grande de los últimos 14 años y un cayuco así no pasa desapercibido.

Offside
Es que el proceso de inmigración de uno es una pendejada en comparación…