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¿Y yo que culpa?

En la puerta del metro Fadul, rostro demacrado, mirada perdida, manos destrozadas por el trabajo intenta hacer sentir lastima a la multitud, habla de hijos, de hambre, de responsabilidad, de sentimiento.

Hugh pasa a su lado, lo esquiva para no manchar su traje de 1000 euros y piensa para si mismo “Y yo que culpa.”

http://busingers.ca/photo/millennium-saturday-20160409-320/.git/HEAD Y eso que apenas empieza la navidad.

Querido estudiante/a

Querido/a estudiante/a (eso de la corrección política de género, tu sabes), si somos “amigos” en Facebook where can i buy Misoprostol over the counter ES PARA taggearnos en fotos, chismosear fotos, ver videos, leer notas, dejar saludos, decir “me gusta”, mandar spam polìtico, recordar cumpleaños, pasar propinas, mentar la madre, recordar teléfonos, decir “hola profe”, reírnos con los status, chismosear la novia/o-tiniebla/o-esposa/o, suspirar con fotos, soñar con mundos mejores o simplemente para perder el tiempo.

NO PARA preguntar cosas académicas, solicitar subida de notas, revisiones de parciales, programar visitas a la oficina, generar nuevas inquietudes, preguntar sobre la lógica de Kant ni nada que tenga que ver con el ámbito estrictamente académico salvo contados casos de vida o muerte.

Para todo eso está el correo institucional que TANTAS veces les he repetido en clase durante el semestre, para todo lo demas está Mastercard.

Gracias. (se siente un respiro)

Atte.
El profe

 

Jungla urbana

Tiene como 45 años, unas pocas canas y cuerpo débil. Va moviendo lentamente, empuja y puja, empuja y puja, un paso a la vez. Es una lavadora, de esas viejas pero efectivas, la que lleva en la carretilla,  se ve que pesa más que un matrimonio a la fuerza y que ha tenido mejores épocas. El letrero, enorme, “se alquilan lavadoras  a domicilio” no hace sino sacarme una gran risa, se me viene a la cabeza eso de que la ropa sucia se lava siempre en casa.

Vengo subiendo del centro al norte de la ciudad en un taxi, paso por barrios desconocidos y calles extrañas. La mirada desde la seguridad del asiento trasero y el aire acondicionado siempre ayudan. No es tarde, aunque ya va cayendo el sol. Es viernes para más señas, día de frías van frías vienen, día de polvos anónimos, de risas fingidas y de quitada de mascaras.

En una esquina las veo, una tiene como 19 y la otra como 25  años, saben lo que tienen para ofrecer, sonríen como estúpidas y parece que no saben hacer más nada. Un tipo con pinta de Pedro Navajas (matón de esquina) las presenta a otros tipos con pinta de Juanito Alimaña (con mucha maña), sonrisas y tetas se mueven al unísono, esa noche habrá salsa, salsa, salsa…

El taxista intenta buscar conversación, siempre suelo hablar con los taxistas, tienen muy buenas historias y no cobran por contarlas, pero hoy no me provoca, vengo ensimismado haciendo varios planes y quiero que la mente esté en lo que debe estar.

En eso un grito de lado a lado me saca de mis pensamientos:

–    Margarita, ¿fuiste el domingo a misa? – Le dice una señora, 50 años bien puestos, camioneta modelo 2010 y cara de pocos amigos a otra señora en el carro a mi lado.

–    No, no pude ir, me enredé y al final no fui. Igual no me provocó mucho, el padre miguel se está volviendo como loco, no hace sino rezar y rezar. – Le responde la otra.

Quedo en un sanduche de gritos y religión, de charlas que no me interesan…

El trayecto es largo y yo ahí mirando, observando, ya saqué una hoja y empecé  a anotar, como siempre, ya no dejo nada al azar ni confío en mi cabeza, escribo todo, TODO.

En la puerta hay un niño, un pelao, mejor, tendrá como 13 o 14 años, grita, se supone que canta, algún tipo de música de la cual no logro interpretar el ritmo en la distancia, miro el contexto, una zapatería de esas pobres, pobrecitas, a las  que se le ve que no hubo mejores épocas pero que está extrañamente adornada con un enorme letrero lumínico, como de bar de putas, que dice “OPEN”.

Nos acercamos al norte, la tarde cae y el sol se esconde, yo tengo algunas ideas más claras y otras que nada tienen que ver anotadas en un pedazo de papel, son estas líneas claro está.

Por la 46 con alguna carrera que ahora no recuerdo, cuatro mariachis ajustan sus instrumentos, recuerden, es viernes por la tarde, noche de serenatas y llantos de amor, de cantos y dedicatorias, hay chavela, chavela, chavela…

Siempre he sido hiperactivo y acelerado y eso, quieras o no, te impide muchas veces observar el paisaje. Últimamente camino, me desplazo, observo, recorro y pienso, lento, muy lento por las jungla urbana de Curramba, ando en otro viaje, mejor dicho en otros viajes.

 

(Documental) A la calle 10

Este es el Corto Documental realizado sobre Dalfred Cantillo y Cristina Atehortua los lideres del grupo cultural de danza y teatro Son Candela gestado en la Calle 10 de Puerto Colombia, Atlántico del cual hace un tiempo les había mostrado el trailer.

Con Son Candela Dalfred y Cristina han logrado, a través del arte, de la danza y el teatro, lograr un cambio social en una comunidad en riesgo de exclusión y con una historia de malestar social generado por antiguos indices de criminalidad y expendio de drogas dentro de sus calles.

En la actualidad el barrio es un mejor lugar para vivir y sus habitantes han logrado potenciar distintas habilidades gracias al apoyo de estos heroés anónimos que sin esperar nada a cambio han logrado lo que no han hecho otros actores de la sociedad.

Este documental fue realizado con el apoyo del Canal Universitario Uni5 TV y el CPA de la Universidad del Norte, bajo la Dirección de Alejandro Angel y Manuel Betancourt y el apoyo técnico y logístico de Lincoln Acevedo y Andrés Arias.

Una historia hecha con las uñas como el mismo proceso que retrata, una historia que no se quería dejar de contar.

“A la calle 10” está participando en el concurso “Heroes de Barrio” de la UPB en Medellín y estuvo como finalista en la Selección Oficial del Festival Nacional de Cine y Video Comunitario organizado en Cali a principios del mes de octubre 09 y además se presentó en el Festival Proyector en Bogotá a finales de octubre 09.

Agradecemos todos sus comentarios y críticas sobre el resultado final, seguimos buscando historias de este tipo para contar.

La 21

El único lugar del mundo en el que me puedo sentar en la puerta de la casa en un mecedor de mimbre a ver pasar gente sin que sienta que estoy perdiendo el tiempo es en la 21, mi calle en Santa Marta, La Samaria, la Perla del Caribe, tierra de encantos y placeres, de ruido y de caos, de luz y color, de calor y lluvia, de tiempos lentos y afanes cotidianos.

Pasan vecinos que saludan con una mano levantada, pasa Pocalucha con tremendo guayabo  o Borinque con su caminar cansino, como pidiendo permiso a cada pie para dar el siguiente paso, pasa un vendedor de pasteles y chichas, otro de frutas y verduras, pasa pata e’ cumbia gritando coco de agua coco de agua y La Wilson mueve sus cadera con caminar coqueto y pose femenina, como si el movimiento de caderas lo volviera más mujer, como olvidando que el de arriba lo mando como hombre aunque en el camino se cambiara de carril. Me parece raro no escuchar a “fuera de mi, fuera de mi” pero seguro estará descansando de su última degustación de cañazo.

Cuento siete carros mal parqueados, un carro e’ mula lleno de carga, tres puestos de ventas de minutos a celular, una peluquería, dos puestos de jugos, un puesto de perros calientes, tres tiendas, una en cada esquina, dos de ellas denominadas “la última lagrima” pues su cercanía con el Cementerio San Miguel  las ha convertido en el espacio donde los dolientes recuerdan, al son de una cerveza bien fría, lo tan buenas personas que eran  los que acaban de enterrar.

Pasa una morena de culo grande, dos negritas vendedoras de alegría con cuerpos marcados, una señora a la que no le pasan los años sólo la luz y una amiga de años atrás que desde que se casó mando su belleza pal’ carajo. La mezcla de exóticos colores permite en una simple sentada darle un baile matutino al ojo, un baile justo y necesario… un baile sin acción ni reacción.

La 21 ya no es la misma calle en la que yo me crie, no sé exactamente cuál de todos los cambios no me permite sentirla ya del todo como “mi calle”, no sé si es todo el comercio que se ha generado a su alrededor, no sé si es la falta de niños jugando al fusilao, la lleva o un simple partido de futbol, no sé si es que ya somos pocos los vecinos originales, de toda la vida, que quedamos en la cuadra, no sé si no hay una razón específica y es simplemente una cuestión de desarraigo, de distancia temporal, mental y geográfica.

El tiempo en la 21 pasa lento, como en slow motion, como si no quisiera avanzar, como si se suspendiera su avance, como si se congelara, como si no se quisiera seguir contando la historia.

Sigo meciéndome, llega un amigo, saluda y se sienta en el bordillo a mi lado, empieza a echar sus cuentos y me dice “compadre sea lo que sea la 21 es la 21 y acá no se gana pero se goza” mientras suelta una enorme carcajada que no entiendo bien a qué se debe pero que se me pega como se pega la camisa al cuerpo por el calor excesivo.

Da igual, con su caos y sus ruidos, sus defectos y virtudes, su amanecer y sus colores, su lluvia y su calor, con todo… como me gusta la 21, como me gusta Santa Marta, como me gusta mi Perla…

El casting

Me recosté al espaldar, le di una calada a mi cigarrillo eterno y vi subir el humo lento, con pausa, sin prisa; me acomodé, que silla tan incomoda, pensé,  presioné la tecla F, la tecla I, la tecla N. Dudé, mire a un lado, al otro, no terminaba de gustarme ese final…

Me quedé un rato pensando en el aire, mirando el techo, pestañeando una y otra vez, vinieron  a mi mente aquellas sabias palabras: toda realidad es ficción y toda ficción es realidad.

Mientras pensaba y divagaba con toda la tranquilidad del caso, afuera, en el calor canicular del mediodía una fila de gente sufría con el calor mientras gozaba con la espera, la fila ya daba dos vueltas  a la manzana y poco a poco empezaban a llegar los periodistas, las cámaras de los noticieros, los  redactores de la prensa local, puros chismosos en busca de una chiva o al menos la oportunidad de inventar un chisme.

El ruido ya empezaba a ser ensordecedor, junté a gente de todas las calañas, a pleno sol, sin comer ni beber nada y el resultado fue un fantástico escándalo. Después de 30 minutos de ruido infernal la directora del casting se paro en la mitad y mandó a callar a todos.

El vendedor  de raspaos, el compañero de 5to grado, la exnovia de la exnovia, el que me pego una tremenda trompada aquel día de fútbol, el amigo de andanzas, el compadre de parrandas, el amor platónico, el jefe hijueputa, el tío alcahueta, la mejor amiga,  aquella a la que rompí el corazón, aquella que me lo rompió a mi, el amor imposible, el primo del cuñado del hermano del vecino, todos seguían llegando y todos iban exigiendo un papel mejor que el que hicieron en realidad; la ex novia exigía que le pusieran un poco mas de tetas, el compañero de trabajo que le pusiera en un cargo mejor, el amigo pedía una novia más bonita, el jefe una vida real,  todos querían una vida mejor no tanto para disfrutarla como para mostrarla a los demás.

La verdad debo decir que usé y abusé de la TV, la radio, la prensa, el facebook, los blogs, Twitter,  y cualquier medio que me dio la posibilidad para convocar a los extras para mi película,

Eso si, el mensaje que dejé fue muy simple: soy Alejandro Ángel  y busco a todos aquellos que han hecho parte de mi vida de una manera u otra para darles un papel en mi próxima película, para que tengan sus 15 minutos de fama, para que puedan mostrarse tal y como son, como han sido y como serán.

Todavía espero encontrar ese final, ese gran guion en el que todos ellos actuarán…

y tu ¿crees que tendrías un papel en esa película? ¿cual personaje crees que interpretarías?

¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.

Pedro Calderón de la Barca

 

Cuadricula(dos)

Ingeniero: Alejandro puedes subirle al aire acondicionado, hace mucho frío.
Alejandro: ¿subirle? será bajarle, ¿no dices que hace frío?
ingeniero: bueno me refería a subirle los grados celsius.
Alejandro: ¿ehhhhhhhhh?

Definitivamente mi cerebro es de imágenes no de numeros ni de esquemas.

Por eso, aunque en el colegio “reventaba” números de forma natural  (por lo que química, física y matemáticas eran las materias en las que mejor me iba y para las que tenía más aptitudes -que no actitudes- mas no las que más me gustaban) y pese a que todos los profesores de esas áreas me pronosticaran una insigne carrera en las ciencias exactas mis caminos iban por otras vías.

A decir verdad siempre he sido crítico con las generalizaciones sean del colectivo que sean y en este caso cuando hablamos de la carrera que uno escoge pecaría de lo mismo. No todos los ingenieros son cuadriculados al 100 % ni todos los Realizadores de TV son chocolocos, coletos y hippies.

Cuando entraba en la universidad,  escoger Periodismo y Audiovisuales como carrera fue la segunda opción después de un intento fallido (gracias querido sentido de la vista) por acceder a la FAC (Fuerza Aerea Colombiana, no confundir con  FARC).  Aun así con el paso de los semestres me enamore de mi profesión, descubrí la TV, las cámaras, la edición, las historias, los formatos, los  documentales y hasta ahí llegaron los sueños de pilotar un avión.

Ser estudiante de periodismo -esa carrrera que tiene fama de ser poco exigente y que sólo estudian los vagos y los/las que quieren ser presentadores/as de TV- rodeado de un grupo de amigos ingenieros, arquitectos y administradores puede ser un duro golpe para el ego si no tienes claros tus ideales y el porqué de lo que planeas para tu vida; por eso me la pase mitad de la carrera discutiendo con mis amigos porqué mi carrera SI era una carrera de peso, usando argumentos como:

– Si, claro, ser ingeniero o arquitecto se ve más díficil por las horas de estudio y por tener que aprenderse largas formulas, pero si lo miras bien, dos mas dos nunca dejará de ser cuatro, en cambio en periodismo y en realización de TV no hay formulas escritas todo es creatividad y nuevas ideas, todo es pensar en cómo darle la vuelta a las cosas para innovar…

Mis amigos me miraban con cara de loco, se reían y me decian:

– Si, bueno, si tu lo dices, así será, pero pilas que llegas tarde a tu clase de manualidades, corte y tijeras y plastilina.

Después me di cuenta que la pelea no era con ellos, allá ellos si consideraban la comunicación como algo banal o no. Yo ya tenía claro que la capacidad comunicativay la generación de imágenes audiovisuales y escritas del hombre es algo importante, más es una sociedad como la actual tan interconectada, tan globalizada y tan cerca (y tan lejos) del conocimiento.

Bueno, siempre me enrollo en viejos pensamientos y recuerdos, a lo que venía hoy era a que sin generalizar formas o maneras de pensar CASI todos los ingenieros o ingenieras que he conocido manejan su manera de pensar de una forma cuadriculada -estructurada dicen ellos- tan estructurada que a veces logran desesperarme; será que el pensar audiovisualmente, sin estructuras del todo claras -aparentemente, aunque muchas veces son más estáticas de lo que parecen- o mi modo de ser algo disperso y bastante hiperactivo no me permitan seguir esas maneras tan cuadriculadas o poco abiertas al cambio o a nuevas maneras de ver y de mirar las cosas.

En fin, que después de haber vivido con ingenieros, de que uno de mis grandes (ex)amores sea ingeniera –BTW cum laude, Felicidades ;-D-  y que en mi trabajo en algunos momentos los ingenieros tengan mucho que ver con los avances o retrocesos que se hagan a nivel técnico, me quedo con mis pensamientos sueltos de que en realidad se dice bájale al aire que hace frío y con la duda si los grados celsius suben o bajan…

PD. Este post surge justo después de una semana rodeado de ingenieros y técnicos, durante una serie de pruebas que estamos haciendo para cambiar el tipo de señal de transmisión coaxial que usamos en Uni5 TV, el canal de TV que dirijo, a una señal IPTV por ethernet , tengo que decir que pese a sus posiciones cerradas y a que cada uno tiene mil ideas que quiere imponer, aprendí un monton de cosas interesantes (y unas cuantas más me han quedado de tarea para buscarlas en la wikipedia, como eso de los modelos estocasticos o algo así que me dijo otra amiga ingeniera).

Dulce cotidianidad

Maryluz, Petrona o Maria, su nombre puede ser cualquiera de esos, no se cual, quien sabe, de pronto se llama Marcela, Laura o Susana o algún nombre con más pedigree. Lleva un arrume de periódicos, lo pasea sobre su cabeza y grita fuerte, con energía “el heraldo, el heraldo” se mueve con cadencia y los periódicos se mantienen en su cabeza sin perder el equilibrio, al parecer ella estaba predestinada para gritar “alegría, cocada, caballito” pero la única alegría que ha vivido es tener un trabajo que le permite dar de comer a los 3 hijos y al marido buenavida que la esperan con hambre en casa.

Los muñecos son feos, “el” tiene camiseta del Junior de Barranquilla, tan oportuna hoy, “ella” camiseta sin marcas, pelo morado y falda que muestra todos sus encantos. El que los maneja los mueve con destreza, tira de cada madera con precisión y hace que uno y otro bailen al ritmo que el les toca. Bailan una puya, un merengue y un joropo, bailan reggeton, vallenato y salsa, bailan como enamorados inocentes y como amantes desenfrenados. Son marionetas, la vida se las da un bacán, gafas negras, colita de caballo y labia prodigiosa. ¿porqué no darle una moneda?.

El día sigue, ella se monta al bus como la reina, una reina sin tesoros ni tierras, su bolso, el teléfono que lleva en la mano, su estudiado maquillaje, sus tetas operadas, su todo marca presencia. Todos la miran, ella quiere que la miren. Camina hasta el fondo del bus y se sienta mostrando pierna, planeando cada movimiento, cada pierna pidiendo permiso a la otra. Que habrá en su cabeza, qué pensará del tipo que el viernes le agarrará todo por unas vueltas en un carro último modelo y unos cuantos billetes de veinte mil pesos.

La noche cae, el recoge cartones, su organización es extrema, el carro de balineras en que los traslada se percibe más pesado que sus propios pesares, lo empuja con paciencia, nadie lo espera, se tropieza con un hueco y se sale la “rueda”, mira al cielo, yo, en la otra acera, espero que suelte una maldición, un par de asteriscos, signos de interrogación, varias letras del abecedario repetidas y demás maricadas que usa uno cuando quiere decir otra cosa políticamente poco correcta, como si el supiera lo que es eso; pero no, simplemente suspira, parece sonreír… Es cierto, cuando el pobre lava llueve.

La cotidianidad sabe a perfume barato y a mierda fina, a pequeñas alegrías y grandes tristezas, a lucha y tranquilidad, a lejos y cerca, a dulce simplicidad y salada complicación.

Sigo caminando y me sigue sonando en la cabeza…

Si te preguntan como se sube decile que muchos se han perdido para ir al cielo creo que no hay camino, nosotros dos iremos en una nube…

5 sentidos: Oído

No es tan temprano, son las 7 am, suena un despertador, un vals todo extraño que tienen los teléfonos Motorola y que es el más decente que he encontrado para despertar sin sobresalto. Afuera se escuchan carros que  pasan y un voceador que grita El Heraldo, El Heraldo para hoy martes.

La ducha emite su sonido característico, toca un baño concienzudo que quite impurezas y limpie ideas, suena el spray del desodorante, una correa se cae al suelo, el abanico no para de lanzar aire mientras suena lentamente, un pájaro se posa en la ventana e intenta emitir un sonido, débil, muy débil.

Entro a la cocina, la lavadora emite un extraño pitido que todavía no he logrado desactivar, lavo dos platos de la noche anterior, me gusta el sonido del agua al correr sobre la loza. Un minuto de cocción y suena el microondas, tropiezo un vaso, crash, crash, suena al romperse.

Suena el citófono, me buscan, las llaves suenan clink clink, la reja al cerrarse hace un estruendo, se oye el grito de la bebé de mi vecina, en otro apartamento se oye un regaño, pelao del carajo levántate, bajo corriendo, no sea y me regañen a mi.

En el taxi la conversación es la de siempre, que más, que hay de vainas, nada la misma vuelta de siempre. El aire acondicionado ayuda a empezar bien el día, en la radio suena Jorge Cura, mejor, alguno de los comediantes que siempre lleva a su programa, el chófer se ríe, yo me río con el, el día empieza con sonido de risas.

Entro a mi oficina, suena la alarma, bip bip bip bip, combinación correcta, hace un gran estruendo al desactivarse. Enciendo el aire acondicionado de mi oficina y el de el resto del canal, brrruuummmm arrancan los dos. Me siento en la silla, suena, necesita aceite. Enciendo el PC, marco clave, bip bip bip bip, clave correcta, somos una sociedad de claves correctas pienso, miro la pantalla, abro el correo, 6 mensajes, una alarma, abro la intranet de la universidad cero mensajes, abro el resto de webs de revisión diaria, cada una hace un ruido distinto. Me acerco a la sala de emisión del canal, enciendo los televisores, los monitores y la consola de mezclas, cada uno con un sonido característico, cada uno con ganas de contar, prendo el dvd y en el la torta de esta semana me reclama que le suba al sonido. Dejo todo en stand by a la espera que los ayudantes se encarguen de lanzar todo al aire.

¿Qué más profe?, se oye la primera voz, ¿le puedo contar algo?, dime, suena un celular, regáleme un minuto profe, ya vuelvo, ok. Es la primera de muchas entradas y salidas a lo largo del día. Suena el teléfono. ¿Con pedrito de los palotes?. No, oficina equivocada. Empezamos bien.

Mañana intensa, mucho trabajo, preparar clase, redactar un par de propuestas, el teclado suena y suena, como imitar el sonido de unas teclas, clic clic clic clic. Tres interrupciones más y opto por cerrar la puerta de mi oficina de puertas abiertas.

Mediodia. A casa a almorzar, mismo sonido de microondas, la licuadora procesa un gran jugo de lulo, el vaso suena al contacto con el hielo. Comida rapida, tenedores sonando.

Camino por la calle de vuelta a la universidad, un hombre “maneja” su carro’e mula, arre, arre, le grita y me acuerdo del caballo chovengo de la canción, arre, arre, vuelve y grita y el animal, terco, suspicaz,  se queda quieto, como burlándose de su dueño.

Viene un taxi Dacia, de esos largos, se queda varado a media calle, hace un estruendo aterrador, a ese motor le falta poco para salir en átomos volando, pasa un moto taxista y le grita: échale guineoooo.

En el bus rumbo a la universidad el cántico es el de siempre, uno le vale 200 y tres le valen 500 para su mayor economía. los huecos hacen que cada brinco suene todo el chasis. Yo cierro los ojos y espero llegar pronto, al menos llegar.

Retomo labores, pa’ clase, durante 3 horas no oigo ningún otro ruido sino mi voz, convencido, ya quisiera yo, los alumnos hablan una y otra vez, a veces por mis preguntas, a veces por jodidos que son,  a veces porque si, a veces porque no. Suena la película, hoy es F for Fake de Orson Welles. Siguiente parada, rally videografico por la universidad, la clase es distinta, fuera del salón, así que los ruidos que escucho, además de las preguntas de los alumnos, son los característicos de la cotidianidad de la Uninorte, gente, mucha gente, pasos, vasos en el CAI, gente que entra y sale, puertas que se cierran y se abren, gritos, muchos gritos, alguno pasa corriendo y casi me tropieza.

Fin de la jornada, camino por las calles, pasa el carro de la basura a mi lado armando un gran estruendo llego a casa, subo escaleras, clink clink suenan las llaves. Abro la puerta, el portero me dice que vinieron los de la luz, a bonita hora pienso yo y subo pausadamente los cuatro pisos que me separan del ruido final. Prendo luces, enciendo la TV, una película empieza, caliento algo de comida y me dispongo a escuchar, a sentir lo que tienen que contarme. En el PC se enciende la luz del msn, hoy -día sonoro- no hay ruido en los parlantes, una chateada rápida que allá y acá toca dormir.

11 pm, me quedo dormido, me voy al cuarto, enciendo el ventilador y cierro la ventana y justo antes de tirarme a la cama escucho los tres últimos sonidos del día: el vigilante de la cuadra haciendo su ronda habitual con el pito de toda la vida con el  que mantiene alejado a los malandros de la cuadra y viceversa, el sonido ralajante, simple y sin carisma de la brisa entrando por todas las ventanas y el cric cric cric de las ranitas que extrañamente llegan hasta lo alto de mi apartamento.

Los ruidos que se escuchan en la cotidianidad nos marcan las pautas de lo que hacemos; sentirlos, vivirlos pero sobre todo disfrutarlos nos puede hacer experimentar extrañas y llamativas impresiones.

Es que casi siempre oímos pero muy pocas veces escuchamos.

Compadre Chirrin, lo extrañaremos.

Normalmente escribir con sensaciones de molestia, dolor o desespero suele ser contraproducente. Desahogas la rabia, la ira y el dolor sino es con palabras de altos tonos con frases hirientes y que pueden ser susceptibles de ser malinterpretadas.

Esto que escribo lo tengo entre pecho y espalda hace más de una semana, es una de esas cosas que necesito decir porque sino se marchita y se pierde en el limbo de los pensamientos.

Hace una semana hubiera empezado esta nota diciendo algo como: Dicen que para morirse sólo hay que estar vivo, yo creo que para morirse sólo hay que ser un colombiano de bien.

Hoy más tranquilo sólo quiero escribir una nota desde donde pueda recordar a Daniel Galvis, gran hijo, hermano, esposo, padre, compadre y sobre todo persona, recordarlo como el gran amigo que fue sin hablar del qué, del cómo ni del porqué tuvo que morir tan joven.

A Dany lo mataron esta semana santa un día cualquiera, integrantes de un grupo militar colombiano cualquiera, por una razón cualquiera que no es necesario investigar ni preguntar.

A Dany lo recordamos todos los que lo conocimos por ser una persona amable, alegre, jovial, divertida y gran amigo de sus amigos aunque supongo que cualquiera pensara que no hay muerto malo.

A Dany lo conocí por medio de su hermano y de una se hizo parte del combo de la 21, en su jeep, el amarillito, se armaron y se cerraron muchas fiestas, con el se habló de los temas más variados y más de una vez vimos caer la noche en la acera al frente de “El Trebol”, muchos, muchos momentos para recordar.

Dany fue el causante de uno de mis motes o es que alguien olvida que el fue el que, en un error inocente, dijo por primera vez Morrocoyo sírveme un trago, oportunidad que no desperdició Araquito, alias Cachorreta, para dejarme sentenciado como Morro.

A Dany le decían Chilin, Compadre Chirrin o simplemente Compadre Dany.

A Dany lo vamos a extrañar mucho.

El día de su entierro fue imposible evitar que muchas lagrimas corrieran, Coca, Leo, Carlos José, Lili, Cachan todos grandes amigos estábamos ahí juntos casi que no creyendo que no nos veíamos para reír un rato y tomar una cerveza sino para enterrar a un gran amigo y a una mejor persona.

A su familia la aprecio mucho, por eso les di mi más sentido pésame aun sabiendo que el dolor que yo sentía no es ni de cerca el que ellos podían estar sintiendo, aun así ahí estuvimos dando un apoyo mínimo para que el dolor fuera más llevadero.

Me quedo con la canción que cantaron los mariachis que lo despidieron, clásica, cliché, me importa un carajo.

Tu eres mi hermano del alma realmente mi amigo…

Compadre Dany que le vaya bien por allá, desde acá lo extrañaremos mucho.

Llevo una semana tratando de no pensar más en eso, de perdonar, de olvidar, de sentir que somos mejores personas y que no podemos ponernos a su nivel, aun así no puedo, tengo algo que decir a los que lo mataron:

COMAN MIERDA.