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Somos…

Somos nuestras alegrías, ese beso que robamos, el juguete viejo y feo pero que nos encantaba, ese baile vacilao con la pelaita que nunca creímos que nos prestaría atención, los premios que alguna vez ganamos, las idas y vueltas de mochilero por acá y por allá, unas cervezas con amigos en el borde del mar, recorrer La Samaria en un jeep amarillo lleno a reventar, tantas vainas que hay en la cabeza dando vueltas una y otra vez de tiempos y escenarios tan distantes como cercanos…

También somos nuestras taras, el llave que mataron, la niñita que nos dijo ‘no te vistas que no vas’, el papá que no quiso estar, las fiestas a las que no pudimos ir, la vez que me fui de Sant Ferriol, alguna noche que Martina enfermó, los temores de querer y no poder, taras que no nos destruyen sino que nos permiten crear nuestras otras formas de entendernos y sentirnos…

Alegrías y taras, taras y alegrías, cada una construye quien somos, cada una es parte de esa montaña rusa que subimos y bajamos una y otra vez…

Somos grises, una fantástica mezcla de lo que nos gustaría repetir y de aquello que quisiéramos dejar en el pasado, somos memoria y somos recuerdos…

Como leí por ahí hace un rato, “…La memoria es el único paraíso del que no podemos ser expulsados…”.

Arte foto: @me_lata

Bacatá: 1 año

¿Te acuerdas de la primera vez que saltaste?

Yo si, fue hace 10 años, mi primer salto fue justamente perder el miedo a saltar, con el paracaídas puesto o sin el.  A dónde salté en ese momento es irrelevante hoy…

Y así me la he pasado todos estos años, saltando una y otra vez, con respeto pero sin temor, con ganas y mucha tranquilidad, con la seguridad de que siempre, de una forma u otra, he sabido (y me han ayudado a) aterrizar.

Hace un año exacto, después de un par de días por carretera, llegué a Bogotá a dar otro de esos saltos.

Ha sido uno de los años más intensos de mi vida adulta. A decir verdad ha sido un año muy duro, jodidamente duro. Se tomaron decisiones valientes y ellas casi siempre traen consigo un importante -y necesario- periodo de reacondicionamiento.

Venirnos como familia (gracias Yeli, gracias Marti) a Bogotá fue dejar ir muy lejos las confortables zonas con las que ya se contaba, cambiarlas por espacios de deriva, de exploración, de descubrimiento, de caos, de serendipia…

Estos cambios, los muchos que se han hecho, han traído consigo dudas y muchas novedades, sobre todo muchas historias por contar, pero acá estamos, acá seguimos con la misma energía y pasión del primer día…

Nadie dijo que iba a ser fácil, tampoco nadie dijo que queríamos que lo fuera…

Gracias Bacatá por un gran año, nos has recibido bien, el hogar es siempre donde uno está, se lleva al hombro, así que hay que gozárselo… Y vaya si nos lo hemos gozado.

También quiero dar mil gracias a todos los que nos han ayudado a aterrizar bien, ustedes saben muy bien quiénes son…

Pilas 2015, te estamos esperando, acá, en Bacatá…

Keep walking llave… Keep walking.

 

El azar cumple…

Cumplir años es una excusa para -así sea de modo virtual- reencontrarse con amigos, familia y recuerdos…

Mil gracias a todos quienes ayer me llenaron de buenos deseos por mi llegada a los 33.

Hoy inició un nuevo año, lleno de fuerza, energía, expectativas y como siempre de muchos retos.

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Este año, más que nunca, tengo mi cabeza centrada en el azar, quiero que me sorprenda, que me tropiece una y otra vez y que me permita seguir reinventando cada proceso y cada momento.

Gracias a todos, que sus buenos deseos se devuelvan llenos de felicidad para ustedes y sus familias.

Abrazo.

 

Cada año…

Cada año que pasa entiendo menos y trato de divertirme más. Cada año que pasa disfruto mucho más seguir alerta, en reinvención constante, en esa búsqueda constante de entrar y salir de la zona de tranquilidad.

Cada año que pasa pierdo más el miedo a mis propios miedos, a tropezarme, a cantar, reír, bailar, desconocer y observar sin parar…

¿Qué es estar vivo?  esa ha sido la pregunta  constante de mi último año, ¿la respuesta? preguntarme cada día qué tan enorme es el mundo en el que estoy, responderme y aun así seguir queriendo más y más retos…

Este fue, póngale la firma, el año de lograr entender que a veces es necesario perder la cabeza para recobrar el juicio, aunque -afortunadamente- nunca se recobre por completo.

Por eso -robando la idea a Eduardo Galeano- confirmé que si los científicos dicen que estamos hechos de átomos, yo les digo que, que va,  estamos hechos es de puras historias, historias vivas, orgánicas, intensas, llenas de energía…

Este año empecé a escribir varias historias y caminos nuevos en mi vida, historias que  me motivan, historias que me hacen sonreír cada día, que me mantienen con la imaginación puesta en el futuro pero con la cabeza atada al presente más cercano, al ahora, al “Vamos pa’ esa”… (Gracias Martina, Gracias Yeli).

Este año he empezado a entender que en las motivaciones y en la historia personal de lo que contamos es donde surge nuestra película.

No tengo ninguna duda, todas nuestras grandes narraciones son travesías cargadas de obstáculos a superar y de grandes caminos a recorrer…

Ya son 32 y yo me siento más vivo que nunca…

buy Lyrica online in uk Es que cuando ya has saltado ¿Quien te puede parar?

 

Caminando…

Camino bajo el sol de mediodía, sol corroncho de mediodía le dicen, de Curramba, La Arenosa, Barranquilla La Bella. No acostumbro a caminar mucho por la ciudad, los afanes del día a día me han alejado de esa terapia necesaria.

Me tropiezo con el obrero, con el oficinista, con la enfermera y con la secretaria. Cada uno me cuenta una historia, cada uno me mira y me dice cosas al oído.

El obrero me dice que la jornada estuvo pesada, que su jefe lo mando al carajo un par de veces y que cree que su mujer le pega los cachos con el cachaco de la esquina, que el almuerzo le supo a mierda y que su hijo no quiere ir a estudiar, aun así me cuenta que está feliz porque está esperando un hijo (dudas, malditas dudas), que el último mes ha entendido tres cosas de la vida y que hace poco retomó el contacto con su viejo que hace rato no veía.

El oficinista lleva una risa de oreja a oreja, acaba de recibir un ascenso, el jefe le aplaudió dos ideas y le celebró tres más, está posicionado en su área como nunca antes, la secretaria de gerencia le está haciendo ojitos y ayer se echó un polvo, en el baño de servicio que no es lo mismo, con la de contabilidad, aun así en el fondo de su corazón cree que algo malo viene, no entiende el porqué, no sabe para donde va todo, pero tiene una mala vibra, es como con las brujas, no cree en ellas pero de que las hay las hay…

La enfermera viene de poner una inyección a un viejo verde que le intento agarrarle el culo, eso que normalmente le molestaría hoy le ha dado risa, esta mañana se levantó de buen animo, entendió que todo es más fácil si se mira desde la óptica adecuada, que vengan y le agarren el culo es lo menos malo que el puede pasar hoy. Quizás esa prueba de embarazo negativa que dejó en el baño esta mañana puede tener algo que ver…

La secretaria, la secre o Lully trae un rostro inexpresivo, le pregunto que debo entender de su cara y me dice, piensa lo que te de la gana, me es igual. Excelente, ya ahora hay una actitud. le digo que el pintalabios se le corrió y que una media está rota, voltea, me mira fijamente y me dice, no es la forma imbécil, es el fondo. Me quedo de piedra. Parece un deja vu.

Me paro en la esquina, un semáforo destartalado me dice, ROJO, ten cuidado, AMARILLO, está atento, VERDE, adelante, keep walking, keep dreaming, keep doing, dale Jhonie, dale…

Me acuerdo de Melendi…



Voy caminando por la vida, con pausa, pero sin prisas
procurando no hacer ruido, vestio con una sonrisa, sin complejo ni temores, canto rumbas de colores y el llorar no me hace daño siempre (y) cuando tu no llores…

 

De la A a la Z

Siempre he pensado que es mejor vivir con más dudas que certezas, el que sólo tiene certezas le doy mi mas sentido pésame, tener sólo certezas nos hace retirarnos de la experimentación, nos vuelve seres exactos sin posibilidades de reinvención y eso no lo quiero para mi.

Lo tengo claro, hay cosas tristes y (no) saber lo que uno quiere. Lo que uno quiere de la vida, del amor, del trabajo o de (escriba acá su leitmotiv, su razón fundamental para (no) despertarse cada día)

Pero resulta que lo complicado no es saber lo que se quiere o lo que no se quiere, lo complicado es lograr establecer un equilibrio, el bendito equilibrio, entre lo que importa y lo que no.

Y yo decidí hace ya un tiempo que las cosas que importaban no siempre tenían que ser las que quería y eso no tiene la más mínima lógica pero así de ilógico se vuelve uno con los años, con el paso de los calendarios, con el cambio de milenio, la caída del pelo y la subida del dolar. Esto suena a trabalengua… y de hecho lo es.

Y funciona así basicamente porque pretender guiar nuestra vida al ritmo de lo ilógico muchas veces nos lleva a ser los más lógicos de este mundo, es como aquel que intenta ir de loco por la vida, yo el primero, y al final se vuelve el más cuerdo, el más cuadriculado de este vividero que llaman tierra.

Algunos dicen que el mejor siquiatra es la hoja en blanco, escribir nos hace libres y sino al menos nos permite soltar toda nuestra mierda en finas capsulas del abecedario. Ir de la A a la Z a toda velocidad sin pararnos a pensar significados, simbolos ni signos, maricadas de esas aprendidas en una lejana clase de semiótica en las que uno cree que se define lo que somos, pensamos y sentimos.

A mi me gusta(ba) escribir, me siento comodo aunque, tal y como con los deportes, sea un vicio de esos en los que practico y practico pero en los que nunca termino de dar pie con bola, literalmente.

Me tomo una cerveza, mando un beso por correo electrónico, corrijo dos tildes, me rasco la oreja y cierro el portatil, ya me hice mi noche, ya le di tres vueltas a mis ideas y, una vez más, vuelvo a estar tranquilo.

Preguntarme cosas, reirme de mis pendejadas, repasar mis rollos mentales siempre me deja con una risa, con una gran risa en la cara, en esa cara que quiere decir con toda la fuerza de su expresión A, B, C, D… Z.

Yo me entiendo… ni tan loco ni tan cuerdo, ese es el verdadero equilibrio que me gusta buscar.

Miedo a escribir

modafinil purchase usa “El arte empuja la locura a sus límites sin cesar” Foucault

Hubo una época, en un lejano país en una lejana versión de lo que soy en la que escribir era para mi no un interés, un hobby, la excusa para ir de poeta maldito ni la tarea de los fines de semana… era una necesidad.
Pasó el tiempo, pasaron los kilómetros, se acortaron las distancias y se bajó el telón.

Escribir se volvió doloroso. Se volvió una herramienta anacrónica usada en el pasado simplemente para drenar y drenar tantos fantasmas como el corazón quisiera o pudiera en ese momento.

Me obsesioné con dejar los espacios de mi sentir a las miradas más literales, a miradas más entendibles, entendidas, ¿por quien? por mi, muchas veces, por otros, otras más, miradas en movimiento, a full HD pero en slow motion, carentes de significación real, al menos no tan real como quería creer que eran, que son.

Cada vez que escribo pienso, cada vez que pienso escribo, un circulo vicioso mediado por la hoja en blanco, pero todo pasa por dejar de creerme las mascaras que he creado, por dejar un espacio para permitirme tocar, sentir, conectar, vivir ese dolor de lo real, de lo cercano, de lo verdadero.

Intento pensar en donde empezó todo y no lo encuentro, todo se tropieza en ese momento, el momento del click, en donde empezó esa loca, a veces desesperada, a veces esperanzadora y constante búsqueda expresiva que se ha vuelto un caos que al fin y al cabo no es nada y es todo, es simplemente un disparador.

Lo más complicado es desconectar un momento y no sentir lo molesto que es quitarse las mascaras constantes de fortaleza pero sirve para entender(nos).

Y toca hacer los cambios que toque hacer. Se siente, los cambios remueven estructuras y con una vida marcada por cambios constantes, por la reinvencion como estilo de vida, como ha sido la mía se sienten más.

Por eso, por todas esas ideas que dan tantas vueltas es que tengo miedo de escribir, por eso, por todas esas ideas es que tengo ganas de vivir… y sentir.

Por alguna inexplicable razón me acorde de esto que escribí hace ya un tiempo…

“C. en Beirut corre para que no lo alcancen las bombas y poder llegar sano y salvo a ver la TV; D. en Toronto va y viene del supermercado comprando y comprando sin parar, nada que hacer lo ha absorbido el consumismo; F. en Milán mira pasar una y otra modelo en la mayor pasarela, la calle, y maldice su suerte por no ser tan agraciada; H. en New York corre por la 5ta avenida con su Ipod a todo volumen esquivando coches y buscando su camino; L. en Porto camina lentamente por la orilla del Río Duero camino a su reunión de A.A. mientras barcazas cargadas de toneles de vino le hacen el quite; G. en Bogotá observa embelesado la vitrina mas cara del Andino mientras la mano dentro del bolsillo no para de acariciar su único billete de 10 mil pesos; P. en París suspira frente a la Torre Eiffel mientras busca en el listado de contactos amorosos de Le Monde; Q. en Venecia para una góndola pidiendo un cantante y le sale un marino mercante, P. en Santa Marta hace un amague, da una gambeta y mete el gol mientras oye en su mente pitan pitan pitan y sueña con llegar a Pibe o al menos salir de Pescaito; A. en Berlín tropieza una piedra cercana al muro y se imagina que es un fragmento de esa libertad prometida.”

Y mientras tanto yo en Barcelona, miro el atardecer que cae, me tomo una cerveza y me voy a dormir.

¿Tanto nos cuesta aceptar que no somos el centro del universo?

“Todo lo que puede ser imaginado es real.” Picasso

 

¿Loco yo? loco tu…

Las manos para aplaudir, las sensaciones para sentir, los oidos para experimentar, los ojos para crear.

Tantas ganas de sentir, pensar y crear que se quedan bloqueadas por simple pensamientos que no son mas que tiros al aire de un mal cazador.

Sueños, ¿eso qué es? sentimientos, ¿what are you talking about? creatividad, Je ne parle pas frances…

Locuras, extravagancias, extensas divergencias en un extraño mundo de sueños del que no nos levantamos porque nunca sabemos a que hora nos acostamos.

Credibilidad, marca, ideas, discursos,  nada es real, todo es mentira, todo es real nada es mentira, quien dice la verdad, quien dice la mentira, qué es verdad, qué es mentira?

Buen viento, la buena mar ya está…

 

La punta del iceberg

Somos lo que somos, siempre, no hay manera de dejar de serlo si no queremos. Estamos llenos de fantasmas, recuerdos y miradas que van de un lugar a otro sin pensarlo.

Aun así, de bocas para afuera tenemos vidas perfectas en las que somos los reyes del mambo; facebook, twitter, los blogs y cualquier cantidad de espacio virtuales nos han permitido gritar al mundo lo que somos, lo que hacemos, para donde vamos, de donde venimos y a donde queremos ir, aunque muchas veces esta fachada no es sino sólo la punta de ese gran iceberg que es nuestra personalidad y nuestra manera de ser.

Parece que somos más que personajes públicos, que contamos toda nuestra vida en caracteres y en realidad, aunque no pareciera, nos guardamos muchas, muchas cosas, tanto buenas como malas, quizás por ego, quizás por preservar eso que llaman espacio personal, ese lugar en el que todavía nos contamos nuestros propios cuentos y leyendas sin tener que compartirlos con más nadie, quizás porque no nos da la gana de compartirlo todo, simple y llano.

Aun así después que cerramos el PC y soltamos el teclado  nos encontramos con nuestros propios monstruos internos.

Hace rato, más joven,  iba libre por el mundo,  sin ideas ni preconceptos  en la mente, sin comerme la cabeza, sin agenda, sin alarmas y sin nada que me marcara el camino. Creo que era feliz.

Hoy, no muchos años después, tengo mi escritorio lleno de post its que me recuerdan citas y compromisos adquiridos, la alarma suena insistentemente recordándome todo lo que tengo que hacer, tengo unas cuantas responsabilidades y mi cabeza es un cúmulo de ideas constante que -quiera o no- no para de armar revoluciones, aun así soy feliz, o creo serlo. Hago lo que me gusta, tengo un montón de planes para vivir la vida y aunque a veces me pregunto en qué momento deje de pensar o sentir ciertas cosas creo que no es más que un paso más en ese largo camino que llaman madurez. De hecho, ¿a que hora empecé a pensar en la madurez?.

Por eso saco ideas, roto pensamientos, miro al techo, ese sitio a donde miro siempre que quiero preguntarme cosas y simplemente me quedo con la idea en la cabeza de que el monstruo interno es un simple gatito con garras de león que a veces se asoma en nuestros pensamientos con ganas de llamar nuestra atención.

Pese (o gracias) a eso la imagen final que queda en mi es que todo esta bajo control, mucho más del que se quisiera tener de hecho.

Ahí va, esos son los pensamientos de un domingo en la noche, son los que hay…